Evitar los despilfarros
La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que un tercio de la producción alimentaria mundial para consumo humano se pierde o se desecha, es decir, unos 1,3 billones de toneladas. A pesar de esta aparente sobreabundancia, una de cada siete personas en el mundo se va a la cama hambrienta y más de 20.000 niños menores de cinco años mueren de hambre cada día. El desperdicio de comida es además un grave problema ambiental, ya que la producción alimentaria es una de las actividades que más afectan a la pérdida de biodiversidad y a los cambios en el uso del suelo.
El consumo de algunos alimentos causa un grave impacto ambiental en su lugar de origen. Es el caso del langostino tropical, uno de los productos estrella de las Navidades. Diversas organizaciones ecologistas han señalado que el aumento de su consumo puede provocar la destrucción de ecosistemas como el de los manglares (franjas costeras anegadas por las mareas). Este problema ambiental, económico y social se acentúa en las fiestas navideñas. La idea no es privarse de alimentos, sino de consumir de forma sostenible: estudiar la lista de la compra para no llevarse excesivos productos, organizar en casa los alimentos de manera que se consuman todos, conservar en el congelador los productos perecederos, etc.
La energía es otro recurso que no se debe despilfarrar, sobre todo en Navidades: se estima que su consumo se incrementa hasta en un 20% por un mayor uso de la calefacción y la luz. Diversos consejos ayudarán a reducir este gasto y, de paso, su impacto ambiental: utilizar bombillas de bajo consumo, sistemas basados en energías renovables, electrodomésticos eficientes, desplazarse en transporte público o bicicleta, etc.
Consumir productos ecológicos, locales y de temporada
Los productos elaborados de forma local, frescos y de temporada tienen una menor huella ecológica y suelen ser más económicos y sabrosos. Por su parte, los productos con certificación ecológica garantizan que se han elaborado con unos métodos respetuosos con el medio ambiente. Son, por tanto, una opción más que recomendable para consumir en navidades.
Generar menos basura y reciclarlo todo
En Navidad, la producción de basura se dispara: se generan dos kilos al día, de los cuales la mitad son envoltorios y embalajes, según Ecologistas en Acción. Por ello, la práctica ecológica de las tres erres tiene que estar todavía más presente entre los consumidores: hacer un consumo ajustado a nuestras verdaderas necesidades que prescinda de productos con empaquetados excesivos y de “usar y tirar” (reducir); reutilizar los productos y materiales en buen estado que ya no se usan y alargar su vida útil; y reciclar los residuos de manera adecuada.
Y después de las Navidades, también ecológicos
La conciencia ecológica tiene que estar presente también una vez que se hayan acabado las fiestas. La generación de más residuos que en la media del resto del año, los regalos que no han gustado, los alimentos sobrantes de las celebraciones o el abeto navideño tienen solución ambiental con una organización adecuada.
Ecologistas en Acción